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Mi experiencia con niños.

Mi meta más grande en la vida es ver a los niños más felices, más sanos y siendo ellos mismos con total libertad.


Acompañarlos me da un gozo profundo y una sensación de propósito que no encuentro en ningún otro lugar.

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Desde los 15 años comencé a trabajar como nanny, y desde entonces supe que estar cerca de los niños no era solo una etapa, sino una elección de vida.


He tenido la fortuna de hacer servicio social en el Hospital Zoquipan, cuidando bebés recién nacidos, y también en el Hogar Cabañas, donde actualmente sigo acompañando a niñas, niños y adolescentes en situaciones de vulnerabilidad, aprendiendo cada día de su resiliencia y sensibilidad.

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Una de las experiencias más transformadoras fue cuando me fui a vivir unos meses a Tennessee, Estados Unidos, para cuidar a varios niños. Fue ahí donde tuve mi primer acercamiento real al mundo de la neurodivergencia.

 

Convivir con ellos me abrió la mente y el corazón a otras formas de aprender, comunicar y percibir el mundo. Desde entonces, me he dedicado a estudiar y explorar distintas metodologías alternativas que realmente respondan a las necesidades de cada niño, sin forzarlos a encajar en moldes.

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Estudié sobre autismo en el Instituto de Neurociencias, y actualmente curso la carrera de Psicopedagogía escolar porque creo en un acompañamiento que mire al niño como un ser completo: con emociones, cuerpo, historia y ritmos propios.

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En los últimos meses he trabajado como maestra de kínder, y aunque me ha tocado guiar, muchas veces soy yo quien más aprende. Aprendo de su presencia, de su creatividad, de su manera de adaptarse al mundo sin perder la esencia. Me enseñan a ser más flexible, más clara y más humana.

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También he integrado herramientas como las Barras de Access, una técnica que ha sido estudiada por más de 12 años, mostrando cómo relaja profundamente el cerebro y puede ayudar incluso a reducir la inflamación cerebral. Comencé a usarla con los niños para apoyarlos a dormir mejor y a manejar la ansiedad, y fue increíble ver cómo algo tan suave podía generar tanto bienestar.

 

Muchos comenzaron a descansar mejor, a estar más tranquilos, más regulados… más ellos.

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Cada paso que doy en este camino me lo confirma: acompañar a la infancia es mi lugar. Es mi elección, mi motor, y la fuente de un gozo que nace de lo más profundo.
Porque cuando un niño se siente seguro, visto y libre de ser quien es… todo cambia.

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